La editora de Telám, Ana Clara Pérez Cotten, ante el anuncio del INDEC que en octubre realizaría la primera Encuesta Nacional de Uso de Tiempo(ENUT), para saber cómo y en que gestionamos el tiempo los argentinos, reflexiono en su columna “Cómo la nueva percepción del tiempo impacta sobre el ocio y el amor” sobre cómo manejamos el amor en esta etapa de transición a nueva apertura.

Pérez Cotten expresó: “El tiempo está roto. Mientras el mundo laboral se debate entre una virtualidad que condena a la alienación de la pantalla. Y una presencialidad de los cuerpos que parece haber perdido brillo, el ocio o la posibilidad de vivir una historia de amor, a contramano de esa temporalidad. Amenazados por la lógica productiva y opacados por el velo de la ansiedad, que dejó de ser un simple trastorno individual para propagarse como una forma de estar en el mundo”.

Citando a la psicoanalista chilena Constanza Michelson explicó sobre el inicio de las restricciones: “El primer año hubo un síntoma que fue bastante generalizado: el insomnio y a la vez la presencia de un soñar de intensidad inaudita. Nos asustamos en serio. Ese tipo de experiencia es la que potencialmente mueve la aguja.”

Pero que el primer resultado de esto, citando a Luciano Lutereau “fue la virtualización de la vida y la explotación emocional de muchas personas que no estaban preparadas para el trabajo en línea. Ampliando aún más la brecha entre los que podían alienarse más para seguir el ritmo y los marginados”

Pero que también tuvo sus efectos en la espera, Pérez Cotten, continuando con Michelson, indicó: “Hay tantas cosas que ya no se esperan. Los ritmos de casi todo se van interviniendo para acelerarlos. Ya no hay para que `dar lo no que no se tiene´, lo que, por supuesto tiene implicancias en el amor, no solo hacia las personas, también hacia nuestras cosas y actividades”.

Y en cuanto al amor en estos tiempos siguiendo a Lutereau : “va más allá y plantea la paradoja de una época que produce saberes sobre los vínculos y que teoriza mucho la pareja, pero en la que cuesta cada vez más vivir una historia de amor. Muchas veces, además, son tristes”

Y finaliza su texto con la letra de Fernando Cabrera, explicando que para esta transición es mejor tomarlo con tranquilidad: “No hay tiempo, no hay hora, no hay reloj”, habilita, en los últimos versos, una lectura para profundizar el debate: “Por eso te pido una vez más, tómatelo con tranquilidad / puede ser ayer nunca o después, pero tu amor dame alguna vez”.