En la actualidad, hay 165 millones de niños en el mundo que tienen miopía y se estima que podrían llegar a 275 millones para 2050. Desde la Sociedad Argentina de Oftalmología Infantil (SAOI), resaltan la importancia del control oftalmológico. Con esto, se busca la detección temprana de estas condiciones para un mejor desempeño en el aula.

La doctora Marcela Gonorazky, presidenta de la Sociedad, dialogó con los colegas de LV12 al respecto. «Es muy importante hacer siempre los controles. La SAP tiene un esquema de controles recomendados. El primer control tiene que ser siempre en los primeros meses de vida. Luego, a los seis meses de ese control y, a partir de allí a los tres, cinco, y una vez al año. Porque los niños van aprendiendo a ver, desde el momento que nacen hasta aproximadamente siete u ocho años de edad«.

Con la detección temprana de la patología y prevención, Gonorazky señala que se pueden evitar «complicaciones o secuelas». Y resalta su importancia ya, para dichos casos ningún tratamiento puede llegar a «tener buenos resultados cuando son más grandes. Muchas veces no tienen síntomas, el niño no avisa que ve mal porque considera que esa es una visión normal. No tiene como comparar cómo ve otra persona».

Las pantallas

Una de las causas más frecuentes desencadenantes de patologías oftalmológicas en los niños y niñas, es el uso de pantallas. Al respecto, la especialista señaló que «no es un problema de las pantallas, sino un problema de la distancia».

Muchas publicaciones realizadas a nivel mundial determinaron que los niños pueden desarrollar o acelerar problemas. Como por ejemplo miopía, refracción ocular y estrabismo, enfermedad que no solo repercute en lo estético sino también en la visión. «Con respecto al televisor no hay mayores problemas porque está más lejos y el tamaño es más grande. El problema son los celulares y las tablets porque son más chicas y están muy cerca, y estimulan la visión cercana».

Recomendaciones

Para evitar estas consecuencias, la médica oftalmóloga recomendó incentivar a los niños a no utilizar pantallas mediante actividades al aire libre. Incluso aquellas que no necesariamente deban ser actividad física. Sino provocar, que el menor tenga contacto con la luz natural para que enfoque de lejos y desencadene «un proceso para que desarrolle mejor la visión».

«Para el uso de pantallas, lo recomendable es que los niños de cero a dos años no tengan contacto con ninguna pantalla. Y a partir de los dos a cinco años solo, puedan tener contacto ‘una hora por día’ y si el tiempo es menor, mucho mejor», concluyó.